Lavandera
Dejamos que la ropa sucia se acumule
la guardamos en bolsas en las mochilas
hasta llegar a alguna ciudad de calor
o a alguna casa con un piletón grande
donde yo pueda pasar horas lavando.
Nunca me gustó lavar la ropa a mano
pero en este viaje deseo
que vuelva a ocurrir. Los jabones
para la ropa son diferentes no tienen forma
a pan de manteca sino a aspirina gigante
una auténtica pastilla de jabón. Es divertido
agarrarla en una mano aunque no alcance
y frotar con ella la tela o hacerla
girar entre las palmas mojadas crear
espuma que se abre camino
amasar la fibra y que despida
aire por los poros. El borde
entre mi piel y el algodón se borra.
El agua gris escurre
en remolinos que dicen
giran para otro lado.
Las prendas colgadas inhalan el sol
transpiran perfume parecen fragmentos
del mapa de nuestros cuerpos.
A veces veo mis manos
manos de vieja
los dedos arrugados con ampollas
las uñas blandas y me pregunto:
son estas las manos
de quien voy a ser
yo.
Tulum
Aquí todo lo vivo es extranjero
y toda reverencia profanación
y sacrilegio todo comentario.
José Emilio Pacheco
No en el escenario
del bar con música en vivo
ni en las velas tenues
las risas de otra lengua
el happy hour de tequila.
No ahí sino arriba
en el techo que no miramos
el cielo que no vemos
la mentira
el hambre acá al lado
y el silencio asfixiando las piedras
de las ruinas dormidas.
Ciudad observatorio
calles con nombres de cuerpos
celestes y huracanes
es el primer barrio de Tulum
donde no hay cloacas
ni luz
ni vale la pena el ladrillo
si la próxima conquista dejará en pie
los templos
y hará destierro
con todo lo demás.
Las mujeres de San Juan
La tarde se apaga y desde el fondo
de los pasillos van llegando
un aplauso, otro aplauso, los aplausos.
Son las manos que anticipan el regreso
de la cena
la amenaza no cumplida de la lluvia
la derrota a los intrusos
el grito de los cuervos
los colores de una calle que se escurre
lentamente
hacia el lago frío
y solo.
La tarde se enciende
y enciende las cocinas.
De los pasillos desde el fondo van llegando
un aplauso, otro aplauso, los aplausos
de masa y palma, palma y masa
aplastadas.
Son las mujeres de San Juan
preparando las tortillas que se venden
en las puertas de sus casas que son tiendas
y son casas
y todas se llaman
Mi bendición.
Algo está por pasar
Las hormigas estaban locas
llevaban y traían sus huevos
de un lado a otro en una única baldosa.
Esa misma tarde el toro
se nos había acercado más que de costumbre.
Algo está por pasar
dijo el dueño de casa
Quizá se adelante la tormenta.
Pero miramos al cielo y todas
las estrellas nos respondían desnudas.
Sin embargo, algo
está por pasar.
Cuando las hormigas terminan de mudarse
y la noche quieta se envaina en su silencio
pisa la galería el alacrán negro
sosteniendo en alto sus tenazas
en guardia el aguijón de su cola
hinchado de paciencia y veneno.
El dueño de casa levanta un pie
calculando la estocada o acaso dudando
si valdrá la pena el sacrificio.
Baja en un solo golpe todo su peso
y el eco de la muerte retumba en las paredes.
Nadie
dice
nada.
✍Josefina “Pepa” Arcioni nació en Buenos Aires. Es diseñadora, coordina talleres literarios y organiza ciclos culturales. En 2021 publicó su primer libro de cuentos Una ciudad otra (Hexágono). Sus poemas fueron incluidos en las revistas Extrañas Noches (2017), Ulrica (2021) y La Guacha (2023). Sus cuentos, en las revistas Por el camino de Puan I (2018), La Agenda (2021) y BePé (2022), entre otras. Publicó en Halley editorial el libro de poemas El tiempo suspendido.
🎙¡Muchas gracias Pepa por ser parte del Podcast BDP!
Comparte este post